jueves, 18 de febrero de 2010

Cínicos y sinvergüenzas en el Consejo Nacional de la Magistratura

Por: Augusto Álvarez Rodrich
El anuncio de la renuncia de Avelino Guillén al Ministerio Público, luego de que el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) lo jalara en el examen de elección de fiscales supremos, es una mala noticia pues impediría seguir contando con el profesional honesto y eficaz que el país conoció en el juicio a Alberto Fujimori.

La arbitrariedad cometida contra él es emblemática por la sencilla razón de que todo el país pudo verlo en acción durante dicho proceso, lo cual permitió compensar la pasividad en mi opinión sospechosa del otro fiscal apristón. Se podría, incluso, discrepar de Guillén, pero no tildarlo de incapaz, salvo que la calificación venga de un fujimorista rabioso en busca de venganza política, que es lo que sospecho ocurre por la conformación actual del CNM en la que coincide el aprofujimorismo.

Un problema de la justicia peruana en su conjunto es que esta es infiltrada desde la designación misma de las personas que se encargan de administrarla. Así como han jalado a Guillén, desaprobaron a la abogada Carolina Lizárraga –también de trayectoria honesta y eficiente como jueza– cuando pretendió regresar a la magistratura. Y lo mismo ha sucedido con Víctor Cubas Villanueva en su postulación a fiscal supremo.

En este contexto, es imposible dejar de notar quiénes sí avanzan rutilantemente en los exámenes. Por ejemplo, Ángel Romero, quien –junto con el actual presidente de la Corte Superior de Lima, César Vega Vega– ha protagonizado más de un disloque judicial –como abogado o juez– y que acaba de sacarse una notaza sorprendente en su postulación a la Suprema.
¿Es Romero el candidato de Palacio de Gobierno para lograr una silla en la Corte Suprema? Ambos, Romero y Vega Vega, tienen una conocida vinculación con el Apra. Lamentablemente, esto coincide con los indicios de la creciente influencia aprista en un cada vez más desprestigiado Tribunal Constitucional.

El know-how de estas movidas es conocido. El control aprista del Poder Judicial hasta los ochentas fue reemplazado por el fujimontesinismo con el autogolpe del 5 de abril de 1992, y ahora el Apra estaría contraatacando, pero en una lucha intensa con un fujimorismo que aún posee influencia como se constata en la jalada de Guillén, aunque en este caso se le ha visto el fustán a una nueva coincidencia aprofujimorista.

Por ello, siendo una mala noticia, la renuncia del fiscal Guillén también podría ser buena porque, por su prestigio y notoriedad, puede contribuir a que el país tenga más evidencia de que el sistema judicial peruano, con valiosas excepciones, que sin duda hay, está podrido porque lo maneja una mafia que no solo pacta con el poder político de turno sino que ya posee su propia fuerza y dinámica delictiva que, con frecuencia, le permiten negociar de igual a igual con este.
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Desde nuestro espacio rechazamos totalmente este acto desleal y estúpido, en la que algunos creen que el aparo estatal sólo sirve para favorecer en venganzas tontas a un grupete de poder. Si realmente queremos salir adelante, el símbolo más probo será un poder judicial independiente y capáz, más no, el absurdo que tenemos hoy. Lamentablemente, ciertos grupos como el Fujimorismo, siguen loando la corrupción que hicieron en su gobierno jodiendo al país a nivel estructural. A este paso, pronto, a César Nagasaki, lo nombrarán presidente del Poder Judicial. Atte. CEDEIA.

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