martes, 20 de mayo de 2008

LOS MITIMAES CHETILLANOS


Hablar de Chetilla, no es solamente hablar de un lugar que se puede visitar en un feriado largo o que de un pueblo en vías del desarrollo; su paisaje, su gente, costumbres, la forma de hablar es una existencia única, que colma de inteligencia a sus habitantes, dueños de un maravilloso paraje, el cual llena de energía y limpia el alma sórdida de quien entra en este paraíso en plena tierra peruana.
Quizás no pueda terminar de hablar de esta tierra y de la gente tan fuerte e ingeniosa, provenientes de grandes guerreros, los Chachapoyas. No creo abarcar describir sus costumbres, religión, creencias pues son impresionantes y llenas de misticismo, de una magia extraordinaria. Tal vez y eso espero con ansia, encender una chispa de curiosidad en ustedes, sólo con la finalidad de que al igual que yo sienta el orgullo, el placer de asir una tierra tan mística y milenaria como lo es Chetilla.
En principio es necesario desenterrar parte de la historia para poder llegar hasta los sucesos más reciente. Los chetillanos fueron un caso típico del desmoronamiento de una sociedad indígena por la cultura Inca, que, en esos tiempos buscaban conquistar muchas comarcas, más de las que tenían en ese momento; instalados a los indios Mitmas Chilcos en el antiguo pueblo de San Esteban de Chetilla, el Inca Tupac Yupanqui fue quien los hizo, para después por orden del Virrey don Francisco de Toledo, sean trasladados a Cajamarca, pero por falta de trabajo tuvieron que regresar a su antigua tierra “Chetilla”. Estos sucesos hicieron vulnerables a nuestros distantes amigos chetillanos, de tal manera que aprendieron a defenderse, añadiendo por supuesto la majestuosa herencia de llevar en la sangre parte de una milenaria raza guerrera que hace resonar los cerros y rezongar las aguas cada vez que defienden su pueblo, enclavados ahí listos para atacar. Personas dignas de la vida, pues no les importa el penetrable frio que hay en las alturas, el aguacero tempestivo que se desprende del imponente cielo azul, para trabajar en sus parcelas, sembrando lo poco que se da, cuidando sus animales, porque en ellos ven a su pequeña fortuna. Por otro lado, las mujeres chetillana, con ese garbo que las identifica, adornan la pequeña, pero acogedora plaza mientras cumplen su itinerario matutino, lucen una sencilla pero elegante vestimenta que realza aún más su propia belleza, llevan unas blusas con un bajo color que combinan con las faldas que se amarradan en la cintura, y para protegerse del frio llevan encima una capa de un color llamativo que enfatiza sus rostros son sobresalientes pómulos.
Sus vestiduras son elaboradas, delicadamente por ellos mismos, de tal manera que no hay malos gustos, ni colores desagradables, todo va en completa armonía, así es la gente de Chetilla trabajadora, muy hospitalaria, bien organizada, y bien puesta cuando tiene que defender sus tierras ante cualquier ataque citadino..
Se encomiendan a Yaya, el padre de todo, el amito, que cuida y los protege de los Shapis, los diablos, día a día. Pagan a la mamapach´a (la tierra) subiendo a las cimas de los cerros agrestes, con coca, chicha, frutas u otras similares, para luego orar en su nombre bailando y cantando acompañados de clarineros y cajeros, después de esto , las ofrendas son enterradas en algún ligar del Orco, agradeciendo al tayta Inti el permitirnos hacer el respectivo pago. Esta costumbre poco a poco por la influencia del catolicismo que trasgrede sus creencias, aunque me gustaría que sigan siendo como hasta hoy, sé que sería un gusto egoísta porque ellos al igual que nosotros son seres cambiantes que gozan de la libertad de elegir la manera de cómo vivir, trabajar o creer.
Pero hasta ahora los consideramos personas agradables, dignas de respeto, con restricciones por descuido del estado, los niños no tienen una adecuada educación, a la vez el idioma quechua va muriendo por influencia de la globalización, no tienen como comunicarse con sus familiares pues el teléfono sólo es el beneficio que lo gozan las personas adineradas; la movilidad impone horarios incómodos que deben cumplir para no perderla.
Así es Chetilla con carencias que no se pueden solventar por falta de decisión política y egoísmo al dejar que no se desarrollen en el lugar donde nacieron y busquen otros lugares a buscar fortuna, donde a la vez que los tratan mal, no sepan desenvolverse y se aíslen espiritualmente creando anti valores con la disminución de su autoestima, ante esto es necesario forjar algo para mejorar su calidad de vida y hacerlos partes de esta realidad donde puedan progresar sin ningún contratiempo.